De Duchamp a la IA: la transformación de la autoría en el arte
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De Duchamp a la IA: la transformación de la autoría en el arte

Jun 19, 2023

El concepto de autoría del siglo XIX giraba en torno a la visión romántica del artista como un genio solitario. En este modelo, cada pincelada, cada nota tocada y cada palabra escrita fueron producto de una mente creativa singular, que llevaba la huella única de su creador.

Sin embargo, el panorama de la creación artística comenzó a cambiar dramáticamente con la llegada del siglo XX, con artistas como Marcel Duchamp, John Cage y William S. Burroughs siendo pioneros en nuevos enfoques creativos como el azar, la técnica del cut-up y la “aleatoriedad” que Comenzó a reformular el papel del autor.

Ahora, parece probable que la tecnología de inteligencia artificial cause tanta disrupción como las revoluciones anteriores juntas.

Así como los artistas de la última revolución lidiaron con los trastornos sociales y espirituales de su época, nuestros artistas de hoy deben estar a la altura del desafío y afrontar el impacto de lo nuevo que ahora enfrentamos todos. La IA obligará a los artistas (junto con el resto de nosotros) a examinar lo que significa ser un “creador” y, en última instancia, quizás lo que significa ser humano.

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El pionero del arte conceptual Marcel Duchamp alteró radicalmente el panorama artístico con su obra Fuente (1917), un urinario firmado “R. Chucho".

Sostuvo que el arte no se limitaba a la artesanía tradicional, sino que podía surgir del acto de selección y presentación.

El compositor John Cage llevó esta revolución artística un paso más allá. Su composición 4'33 (1952), donde el intérprete permanece en silencio durante cuatro minutos y 33 segundos, es un poderoso ejemplo de una obra que cuestiona la definición misma de la música. La pieza de Cage no es un silencio cualquiera: es arte porque el propio Cage, un ser humano, la enmarcó, convirtiendo el acto de escuchar en un proceso creativo.

Siguiendo su ejemplo, William S. Burroughs interrumpió las narrativas tradicionales con su técnica de corte, enfatizando la progresión no lineal de la narración y demostrando que la autoría podría extenderse a la recomposición de material preexistente.

David Bowie utilizó esta técnica para escribir letras en algunas de sus canciones, especialmente en su trabajo de la década de 1970. Canciones de álbumes como Diamond Dogs y Young Americans utilizaron recortes para crear letras distintivas, inesperadas y, a menudo, crípticas. Bowie cortaba sus escritos u otros textos, los reorganizaba y usaba los fragmentos resultantes como punto de partida para escribir canciones. Esto le permitió liberarse del pensamiento lineal y de los clichés tradicionales en la composición de canciones y explorar formas de expresión más abstractas e impredecibles.

Estas primeras disrupciones sentaron las bases para la intersección actual del arte y el aprendizaje automático. Cuestionaron el concepto tradicional de autoría. Ahora, la tecnología vuelve a desafiarlo.

Además, esta vez es probable que incluso el papel de la audiencia cambie.

Jason M. Allen, un artista digital de Pueblo West, se convirtió en uno de los primeros creadores en ganar un premio por arte generado por IA. Su función era introducir un mensaje de texto en la herramienta de inteligencia artificial, que luego lo transformaba en un gráfico hiperrealista basado en su entrenamiento a partir de millones de imágenes previamente procesadas.

En este proceso, la creatividad de Allen entró en juego al formular las indicaciones correctas para instruir a la IA, guiando o curando eficazmente el resultado de la IA.

En este caso, el artista se convierte en una especie de copiloto, dirigiendo las capacidades de la IA para producir el resultado deseado. Este nuevo proceso plantea interrogantes sobre la autoría y la autenticidad en el arte. Subraya cómo la tecnología redefine el proceso artístico tradicional, y los artistas se vuelven más como orquestadores de complejos sistemas de inteligencia artificial.

Artistas modernos como Laurie Anderson han comenzado a aprovechar el aprendizaje automático para crear obras novedosas. El trabajo de Anderson, Scroll (2021), es una fusión de texto religioso y su estilo lingüístico distintivo generado a través de la IA.

En ambos ejemplos, el artista funciona como un curador. El trabajo manual de escribir, dibujar o componer se reemplaza por un proceso iterativo de descubrimiento, filtrado y refinamiento de instrucciones para el sistema.

Estos artistas son pioneros en un cambio en el papel del artista. En lugar de ser los únicos creadores, los artistas ahora guían, dan forma y dirigen la producción creativa de los sistemas de aprendizaje automático. Esta transición ciertamente presenta desafíos, pero también descubre un mundo de nuevas competencias y oportunidades artísticas.

De cara al futuro, podemos esperar que se profundice la interacción entre el arte y la tecnología. Los artistas que adopten este panorama en constante evolución contribuirán con sus perspectivas únicas al desarrollo del aprendizaje automático y darán forma a nuestra relación colectiva con él.

Esta vez la revolución se extenderá también al papel del público. Los espectadores pasivos se convierten en participantes en la creación y reconstrucción del arte. Los mismos sistemas de inteligencia artificial que empoderan a los artistas pueden empoderar a la audiencia.

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Los miembros de la audiencia pueden utilizar herramientas de inteligencia artificial para generar arte, incluso si no tienen habilidades artísticas tradicionales. La IA democratiza el proceso de creación de arte, haciéndolo accesible a cualquiera que tenga acceso a la tecnología.

Esto podría expandir significativamente el mundo del arte, a medida que más personas puedan convertirse en creadores y aportar sus propias perspectivas e ideas. Un ejemplo es un proyecto llamado Tamper (2019), desarrollado por John Underkoffler para AMPAS, Getty y otros museos. Este proyecto permite a los visitantes del museo construir collages a partir de material extraído de la colección del museo.

Debemos preparar a las próximas generaciones para este panorama creativo que cambia rápidamente, fomentando su capacidad de copilotar sistemas de inteligencia artificial. A medida que avanzamos hacia la era del aprendizaje automático, los artistas deben recuperar su posición a la vanguardia del pensamiento creativo y la innovación.

Este artículo se republica en The Conversation, la editorial líder mundial de noticias y análisis basados ​​en investigaciones. Una colaboración única entre académicos y periodistas. Fue escrito por: Thomas Hajdu, Universidad de Adelaida.

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Thomas Hajdu recibió financiación de CSIRO para examinar las oportunidades educativas en la intersección de la creatividad y la IA. Thomas Hajdu ha colaborado con William Burroughs, Laurie Anderson y John Underkophler.

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